No hay una única definición sobre qué es la transexualidad infantil. Lo que está claro es que los niños y niñas trans no cumplen con los mandatos de género que la sociedad espera de ellos. 

Empezamos con la definición más “oficial”. Según el manual DMS-5 de la American Psychiatric Association, los niños y niñas con Disforia de Género son aquellos que muestran incongruencia entre el sexo con el que se sienten identificados, y aquel que se les asigna al nacer, causándoles un importante malestar o deterioro en lo social, escolar u otros aspectos importantes de la vida. Es la etiqueta médica para lo que popularmente se conoce como niños y niñas trans, aquellos cuyo sexo no coincide con el que se les supuso al nacer tras mirarles los genitales externos.

Frente a este concepto de manual psiquiátrico de la transexualidad infantil, existen otras concepciones que reivindican la condición transexual como un reflejo de la diversidad sexual humana y, por lo tanto, a una persona transexual como una persona perfectamente sana.

Desde este enfoque, se entiende que la etiqueta “trans” se da cuando el sexo asignado al nacer en base a los genitales externos, y el sexo con el que uno o una se concibe a sí mismo/a, no coincide. 

Si bien la primera definición que veíamos (disforia de género) conlleva un malestar con el propio cuerpo, desde este último enfoque se apunta a que lo que realmente produce malestar no es la condición trans, sino el rechazo y la falta de aceptación del entorno a esta realidad.

Por tanto, disforia y transexualidad infantil dejarían de utilizarse como sinónimos, y se pondría un énfasis mayor en la vivencia normalizada de su identidad como forma de evitar ese sufrimiento. 

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